Uno de sus ojos se llena de agua cuando nos ve llegar a mi hermano o a mí, el otro se pierde en el vacío.
El sol entra anaranjado por la ventana casi cada tarde y ella y yo sabemos que estamos viviendo los últimos días de algo que no va a repetirse nunca.
Sabemos que somos como una postal que empieza a envejecer justo al sacarla del sobre, pero ninguno dice nada. Dejamos que los minutos pasen y sentimos que algo se nos escapa pero guardamos silencio.
La piel de la mejilla se le escurre hacia abajo y la mitad de labio inferior le cuelga sobre la barbilla. Es como si de pronto yo me volviera adulto y ella pudiera verlo y eso la conmoviera.
Cuando se da cuenta de que la miro se cubre la boca con la mano y finge bostezar.
Después de un rato le ayudo a ponerse las gotas en el ojo inmóvil y vemos televisión hasta que se queda dormida.
Sabemos que somos como una postal que empieza a envejecer justo al sacarla del sobre, pero ninguno dice nada.
ResponderBorrarEste microrelato es impresionante porque retrata la vida misma, las pérdidas. En fin, hay tanto en esa pocas líneas... Quien sabe que la vida se va a cada instante, lo sabe.
ResponderBorrarGracias por estas lecturas.
Saludos
te estoy mirando
ResponderBorrarya no hay materia
es un vicio
es un hábito
P. de V.: rock (simplemente :p)