Y mientras tanto en Ciudad Gótica

Empieza con la toma panorámica de una ciudad sin días donde un comediante ha muerto de cáncer
La palabra cáncer se sobreimprime en el rostro de la madre del comediante que llora ante el micrófono de una periodista asiática.
Se ve un primer plano de los labios de la mujer en cámara lenta mientras escupe –sílaba por sílaba– la palabra páncreas.

Corte a los suburbios de la ciudad sin días donde los trenes abandonados se oxidan dulcemente.
La protagonista aparece acostada sobre los rieles. En un lapso de diez segundos, el espectador la ve envejecer hasta convertirse en larvas blancas que se arrastran por los tablones de la vía, dejando tras de sí un rastro pegajoso.
Corte a la novia del espectador que se ha cubierto los ojos con las mangas de un suéter anaranjado y hunde el rostro en el hombro del espectador que deja a un lado el vaso de refresco y la abraza.
Close up al interior del vaso en el que las gotas de refresco forman la palabra páncreas.
La imagen se funde a negro y la siguiente secuencia tiene lugar en el interior del ataúd donde el comediante no se mueve, no respira, no abre los ojos.
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