Un hombre nada mar adentro buscando una ola que lo lleve de regreso a la orilla. Deja pasar varias y cuando por fin llega una que juzga lo suficientemente fuerte, se ve incapaz de montarla; una corriente lo succiona a través del agua hacia el otro lado. Ahora, cada ola en lugar de acercarlo, lo aleja más y más de la orilla.
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El hombre se está ahogando, logra sacar la cabeza del agua por unos segundos y alcanza a ver a un surfista que nada en su dirección. Cuando al fin lo tiene a unos metros, sólo atina a decir: No sé cómo salir.
El surfista lo ayuda a subir a la tabla y juntos llegan a la orilla.
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Ese hombre que se estaba ahogando y que fue rescatado por un surfista, llega a la playa acostado sobre una tabla.
Ese hombre que buscaba una ola que lo regresara a tierra firme y que no logró montarla y fue rescatado por un surfista; cuando se tambaleaba en la orilla de la muerte, abrió la boca y las únicas palabras que pudo articular fueron: No sé cómo salir.
Ahora, con los pies ensamblados en la arena, tiene tiempo para la poesía.
Piensa que el café de la mañana pudo ser el último, piensa en el libro que dejó sobre la cama a veinte páginas del final. Piensa en el libro que no ha escrito.
Piensa que mientras se ahogaba, no pensó en su vida como en una película que sucede en pocos segundos.
No te ahogues, yo tampoco te soltaría, como dijimos, me gusta que respires :D
ResponderBorrarL.A
Ey, volvemos con el relato corto, sin desmerecer con ello tu poesía, claro está.
ResponderBorrarLa verdad es que el tema que planteas es muy cierto: Muchas veces hacemos las cosas por pura rutina, sin pensar en que puede ser la última vez que las hagamos en la vida. A veces pienso en eso, y en que será de mis pensamientos y reflexiones cuando muera si no los dejo por escrito.
Vueno, por si acaso, me despido, no vaya a ser que me vaya a morir mientras duermo y éste sea mi último comentario :P
no mames con la foto man!! . ..
ResponderBorrarla imrpimirpe sobre mi corcho . . ya te cuento luego
abrazo