Volví a Sector 7-G
la mañana en que murió mi abuelo.
A veces todavía
luego de pelear las 8 horas
me pierdo en los motores de la
grúas
en los nudillos que golpean
los cristales de los seveneleven
Extraño el viento metido en la
nariz
lo sucio de los parabrisas
aquí las noches son tibias
como ametralladoras que abrieron
fuego
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